Te conocí en la iglesia, en un domingo frío y seco. Tu nariz estaba rojo como tus labios, y seguro que la mía también. Cada abuelita de la ciudad estaba en esta iglesia, en este día, y quedaban dos asientos cuando llegué; preguntaba en mi cabeza qué habrías hecho para que las abuelitas dejarían los dos sitios a tus lados abiertos.
Paré al fondo de la iglesia por dos horas este domingo.
Que injusto.
Una de las abuelitas fue mi abuelita, por algún suerte, y no gasto tiempo después del servicio para susurrar:
“¿La ves? Su existencia es un pecado.”
No fue la primera vez que había escuchado estas palabras.
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Les conté en un sábado, en la cocina, mirando una mosca en la mesa.
Nadie río, y nadie gritó, pero mi madre hizo el signo del cruz, y mi abuela susurró:
“Tu existencia es un pecado.”
No lo mencionamos.
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En este domingo como hielo, quedábamos hablando afuera por dos horas. Me dolían las piernas, y me dolían las orejas, y me dolía la corazón.
Esta noche, me quedé despierta rezando hasta que me saludaba el sol.
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Precisamente una semana después, me dolían las piernas otra vez, y en el bolsillo de mi abrigo escondió tu número de teléfono. Esta noche apagué mi teléfono, y me quedé despierto rezando hasta que brillaba el sol.
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La mañana siguiente, a las ocho, pensé en tus labios, y en tu nariz, y te llamé.
Reír contigo es la toca de alas en mi estómago, y en este lunes, ya sabía que las alas que me tocaban pertenecían a un ángel.
Cuando colgué el teléfono, me dolía la garganta.
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Hoy me duelen los pulmones, que luchan para respirar,
Porque estamos en nuestra iglesia, a punto de casar
Me funcionan de maravilla las piernas, y así seguiré
Porque no hay nada tan sagrado que el amor atado a la fe.
Monthly Archives: September 2017
Fall
It’s fall, and I can’t feel it
How it hurts me just to say
Though I fear that hurt is not the word
I long to know even pain
It’s fall, and I can’t feel it
Or smell it, or want it to come
It’s fall, now more than ever, I wish that I were young
The crunch of leaves beneath bare feet at seven was so sweet
And the sting of a lingering bee was harsh enough to make me weep
But, oh, how nothing can compare
In this world so dull
To the scent that overtook the air
When came a blessed fall
Better than roses, or fruits, or the crook of my mother’s neck
The smell of decaying summer was an intoxicating scent
Well, summer’s come and gone this year
And fall is brewing rich
But I have yet to shed a tear
Or to be granted any wish
It’s fall, and I can’t feel it
Why must it be this way?
I wish for fall to be so fragrant
As I found it yesterday.